Cierto, Santa Cruz de Tenerife está lejos de ser una ciudad llana, por eso la siguiente propuesta es cuesta abajo, ¿para qué sufrir? Este paseo será urbano y es poco -o nada- publicitado entre los turistas, pero nos permitirá cruzar la ciudad a través de algunos de los barrios que raramente se visitan y probar algo de la comida rápida que comen a diario sus habitantes, porque no siempre hay tiempo de comer con mesa y mantel.
Comenzamos bien arriba, en la Cueva Roja, ya junto a las montañas de Anaga, donde la ciudad da paso a la naturaleza. Para llegar aquí podemos hacerlo con las líneas de guagua 228 o la 902 (https://movil.titsa.com/verlineas.php). Una vez en el lugar llama la atención el color que da nombre a la cueva y las vistas de la ciudad que desde aquí se tienen… y dos curiosidades: desde La Laguna, desde arriba, se llega a este lugar siguiendo el ‘camino de las lecheras’, cuando éstas venían de esa ciudad con su preciado cargamento. Ahora nos toca seguir su camino hacia el centro de la ciudad costera, que vemos abajo. Y la otra curiosidad es que… aquí estuvo Rambo (https://www.youtube.com/watch?v=vDQMo32Uomw). Pero volvamos mejor con las pacíficas lecheras, que tenemos que seguir su camino y bajar por las populares calles de Barrio Nuevo y del barrio de Salamanca. En ese lugar, se encuentran algunas de las cafeterías que mejor te sirven una especialidad canaria, el bocadillo de pata. Ideal tentempié para hacer fuerzas en medio de la caminata, a poder ser con el ‘barraquito’, uno de los cafés más pedidos en la isla.
No lejos del barrio de Salamanca se encuentra la plaza de la Paz, en sus alrededores también podemos encontrar establecimientos con mucha solera, especializados en esa comida de diario, la que hay que comer en ocasiones con prisa, y que no por ella tiene peor calidad.
Ya estamos en el centro de la ciudad y continuaremos bajando por las vías paralelas al barranco de Santos que, como las lecheras, también viene de La Laguna. En este gran barranco, hoy casi oculto por la ciudad, antaño casi siempre corría el agua, e incluso se pescaban… ¡anguilas!, por eso el barranco estuvo habitado. En él, se han encontrado momias guanches (que podemos visitar en el MUNA https://www.museosdetenerife.org/muna-museo-de-naturaleza-y-arqueologia/, donde también podemos encontrar, por cierto, a las nombradas anguilas); y hoy todavía podemos ver los restos de cuevas, de antiguas presas o de fincas de plátanos, que también aquí las hubo.
A pocos minutos a pie, llegamos a la desembocadura, a un lado, el nombrado MUNA, en el edificio del antiguo Hospital Civil, junto al TEA (https://teatenerife.es/), formando la humilde ‘isla de los museos’ chicharrera. Al otro lado una de las calles más carnavaleras y gastronómicas de la ciudad, la llamada calle de La Noria, donde la oferta para comer a cualquier hora del día es amplia a la vez que moderna. Todo, en torno a la Iglesia de la Concepción, única iglesia de las islas con cinco naves y que se erigió según cuenta la tradición junto al lugar donde los primeros castellanos que llegaron a la isla oficiaron una misa y clavaron una cruz en la arena. Cruz que acabó dando nombre a la ciudad.
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