Hay una constante en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, cualquier cosa que se vaya a visitar estará rodeada de grandes árboles. Un ejemplo, la gran cantidad de esculturas en la calle (que tratamos en el apartado ‘Santa Cruz y sus esculturas’) no se entiende sin la frondosidad que las rodean. Los ejemplos más visibles son los grandes laureles de indias de la Rambla, traídos de Cuba a finales del siglo XIX, o la Avenida de Anaga. También los flamboyanes de la calle de San José o de la zona de baño de Valleseco. Porque Santa Cruz no sería la misma sin la sombra de sus árboles ni el fresco que encontramos en sus parques.
Hemos nombrado los árboles en los que es imposible no fijarse. Pero dentro de la generalidad hay particularidades, historias curiosas que se pueden leer en esta una guía imprescindible de la mano de la que podemos recorrer la ciudad en busca del corazón verde de Santa Cruz. El manual nos enseña 77 árboles singulares. Entre los más altos están un laurel de indias de la plaza del Príncipe o un eucalipto del parque de La Granja, ambos rondan los 20 metros. En la calle del Pilar existe un llamativo y singular baobab y justo al lado un pino budista. Santa Cruz tiene varios ejemplares de palo borracho, como el de la calle del Castillo esquina con Robayna, un árbol en el que es mejor no apoyarse…
Y luego está el parque García Sanabria, un auténtico jardín botánico en sí mismo. Llama la atención el delicado y exótico almendro de Madagascar, varios tipos de ficus, jacarandas, ceibas… El parque es el principal pulmón de la ciudad, solo ahí se puede pasar horas, por eso es bueno saber que tiene lugares muy agradables donde reponer fuerzas: el Strasse o la terraza Parque están en su interior. Y también tenemos dos históricos como el quiosco Numancia o la heladería y pastelería López Echeto, con solo cruzar la calle o la Squina, en la esquina con la calle del Pilar, frente al reloj de flores.
No lejos, en la plaza de San Francisco, se debe observar tanto como si de una obra del Renacimiento se tratase los ejemplares de la australiana higuera de la Bahía Moretón, con sus espectaculares raíces aéreas.
Los otros dos grandes parques de la ciudad son el de La Granja, donde entre otras mucha especies tenemos los australianos eucaliptos o una goma arábiga y muy cerca, el Viera y Clavijo, donde destacan su eucalipto rojo y sus palmeras datileras.
El drago, todo un símbolo
La guía no se olvida de la gran especie macaronésica, el drago, del que tenemos ejemplos en la plaza del Chicharro o junto a la Iglesia de la Concepción, donde también está la polinésica casuarina… y a dos pasos, en plan calle Santo Domingo, nos encontramos con un ciruelo de los Cafres, que solo por su nombre merece ser visto. Esta ruta de árbol en árbol es una manera diferente de conocer la ciudad y sus 1.500 metros cuadrados de zonas verdes, colocados de manera que podamos caminar siempre bajo su sombra y bajo el escudo protector que da la vegetación del habitual ruido de la ciudad.
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