
Proponemos una jornada agradable de ruta por Santa Cruz conociendo sus ‘rinconcitos’. Es esta una ciudad con un pequeño, pero ajetreado y coqueto centro. Se podría decir que todos los caminos conducen a la plaza de España.
Desde ella, salen algunas de las calles más importantes de la capital, como la del Castillo, zona comercial por excelencia. El primer tramo atraviesa la plaza de la Candelaria, donde hay que pararse a ver el Palacio de Carta o la escultura homenaje a la patrona que da nombre a la plaza. Castillo desemboca en la plaza Weyler, pero antes nos encontramos con decenas de tiendas a ambos lados y con edificios singulares como el Parlamento de Canarias o el Círculo de Bellas Artes. Una vez en la plaza Weyler, es buena idea descansar con su sombra e incluso tomar un refrigerio en su quiosco o algunas de las cafeterías del entorno. Frente a esta plaza, veremos el Palacio de la Capitanía General de Canarias.
Después de la pausa, seguimos hacia la cercana plaza de Los Patos, precioso rincón, con la sorprendente Iglesia de San Jorge a su lado. Esta zona es un pequeño ejemplo de ‘ciudad jardín’, como la calle Jesús y María, con bonitas casas de colores realzados por el verde de los árboles, que alcanzan su esplendor en el cercano parque García Sanabria.
Interesantes son también las calles del entorno de la del Castillo: Viera y Clavijo, El Pilar, Pérez Galdós, todas comerciales, todas peatonales, todas llenas de vida, como la plaza del Príncipe, donde bajo sus árboles no es raro encontrarse conciertos, teatro o algunas de las actuaciones más esperadas en las fechas del Carnaval.
La pequeña plaza de Ireneo González tiene un encanto especial, en parte gracias a la Antigua Escuela de Artes y Oficios, actual sede de la Real Academia de Bellas Artes. No menos bonita es la plaza de San Francisco, con el edificio de los antiguos juzgados y la iglesia en honor al mismo santo presidiendo y una exuberante representación de algunos de los árboles singulares que ofrece la ciudad.
Todo en un kilómetro
Hemos caminado a todos estos ‘rinconcitos’ sin separarnos apenas un kilómetro del lugar desde donde comenzamos, el lago de la Plaza de España, pero hay más, y también muy cercano. Las calles del entorno del Teatro Guimerá, como la calle Clavel, llenas de restaurantes, o La Noria, lugar de encuentro para miles de personas, entre ellas muchas de las que forman parte del Carnaval. Justo al lado está la Iglesia de la Concepción, donde nació la ciudad que hoy caminamos. Este paseo tiene otras dos ventajas: no hemos dejado de caminar por los lugares donde se encuentran casi todos los restaurantes y terrazas de la ciudad, así que será fácil comer bien en cualquier momento del recorrido. Y la otra es que todos los museos nos quedan a mano, pero de ellos hablamos en otros capítulos, pues así lo merecen.
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