Antes de la llegada de los europeos a Canarias, las Islas estaban habitadas por aborígenes que procedían del norte de África. Se trataba de un pueblo bereber que se asentó en Canarias después de emigrar. Los estudios llevados a cabo aseguran que la población antigua de Canarias se estableció en las Islas desde el 500 a.C. Y que vivieron de forma aislada hasta que llegaron los barcos con los primeros europeos que dieron paso a la Conquista. Los guanches supieron adaptarse a la orografía de la Isla y al entorno volcánico, lo que produjo que desarrollaran una cultura propia.
Los estudios cuentan que su aspecto físico era robusto, altos con piel bronceada y de facciones agraciadas. Vivían en cuevas naturales que se situaban en las laderas de los barrancos o en los salientes montañosos y se abastecían mediante la ganadería y la agricultura; en su alimentación no faltaba el gofio (producto de consumo que aún hoy mantienen los canarios como alimento y como símbolo de identidad) y los productos que obtenían de los animales que poseían, de los que también se servían para vestirse, curtiendo sus pieles.
La religión que practicaban era politeísta, aunque también practicaban el culto astral, hecho que se refleja en que ciertos lugares, como montañas, eran sacralizadas. Ejemplo de esto es El Teide, donde se creía que habitaba Guayota. También Achamán era otro dios, en su caso del cielo y creador. Se sabe que los aborígenes canarios rendían culto a la muerte, pues practicaban la momificación, sobre todo en las clases sociales más altas, por lo que creían en una vida después de la muerte llegando a destinar cuevas para la realización de las momificaciones y también cuevas necrópolis.
Realizaban trabajos de cerámica y madera, tallaban huesos y otros materiales, utilizándolos como adorno, como útiles de caza o de defensa y también como ídolos de barro o piedra. Hablaban su idioma, el guanche, del que hoy solo nos quedan algunos términos.
La isla de Tenerife estaba dividida en nueve menceyatos (o reinos) y cada menceyato tenía un mencey (o rey). El mencey ostentaba el poder, era la máxima autoridad religiosa, civil y militar. Y la sociedad estaba dividida en clase noble y siervos. Esta división en menceyatos ocurrió después de que el último mencey único de Tenerife falleciera, quedando los nueve territorios en clara división. Tinerfe fue el último gran mencey de Tenerife y fue Beneharo I, su hijo menor, quien tomó por herencia el reino de Anaga. Sus tierras ocupaban gran parte de lo que hoy es Anaga. Dado sus condiciones naturales, fue uno de los menceyatos más ricos de Tenerife ya que sus tierras, ricas en agua y adecuadas para el pastoreo, hicieron que Anaga prosperara por el gran número de pobladores guanches. Los menceyes de Anaga que se conocen de los escritos de los primeros conquistadores que llegaron a las Islas son Serdeto y Beneharo. Se cuenta que las cuevas donde vivían los menceyes de Anaga se encontraban en Aguaite y en San Andrés.
La Momia de San Andrés
El rito funerario de la momificación siempre ha fascinado a la humanidad. Son numerosos los estudios que se llevan a cabo en la actualidad, valiéndose de la última tecnología para desentrañar los secretos que ocultan las momias. La Momia de San Andrés es una momia humana guanche que fue encontrada en una cueva de un barranco en las afueras del barrio de San Andrés y es una de las mejor conservadas de cuantas se han encontrado en Canarias. Es un cuerpo de varón, de unos 25-30 años que está cubierto con piel de cabra. Se cree que pudo ser un mencey o alguien de la nobleza o importante en la sociedad guanche de la época. Actualmente podemos verla en el Museo de la Naturaleza y la Arqueología (https://www.museosdetenerife.org/muna-museo-de-naturaleza-y-arqueologia/), en Santa Cruz de Tenerife.
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