En los últimos, años hemos asistido al auge de algo que se ha convertido en tendencia: cualquier destino turístico que se precie tiene que añadir un atractivo más a sus visitantes… ¡su gastronomía! Ni Santa Cruz de Tenerife ni Anaga son ajenos a ello, por eso a los alicientes de la ciudad y de la Reserva de la Biosfera se les unen otros muchos que se sirven sobre una mesa y un mantel.
La oferta es grande y tanto de cocina moderna e internacional como de cocina tradicional, con el plus de intentar que las materias primas sean de kilómetro cero. Tenerife tiene de sobra, comenzando por la bebida. La isla cuenta con cinco Denominaciones de Origen que garantizan la calidad del vino local. Una de ellas ‘Tacoronte-Acentejo’ comprende parte del municipio de Santa Cruz de Tenerife, concretamente la zona de Taganana, donde se cultivan viñas en terrazas que abarcan desde casi el nivel del mar hasta pasados los 600 metros. Vinos mayoritariamente tintos que han logrado estar valorados entre los diez mejores de España o que han conseguido grandes calificaciones en la prestigiosa Guía Parker.
¿Y para comer? Poco a poco se trabaja en que al igual que a otros destinos se les asocia con un plato, con un producto, con una gastronomía, suceda lo mismo aquí. Anaga es productor de batatas y papas, en diversas variedades, que se han convertido en un plato básico en la dieta de sus habitantes. No se cultivan en grandes cantidades y se recogen pacientemente sin apenas maquinaria y tras haber esperado por ellas durante más tiempo del normal. Por eso, las papas tienen una Denominación de Origen “Papas Antiguas de Canarias”, que premia la tradición con este tubérculo que, al llegar de América, arraigó bien bajo el sol y entre las montañas de Anaga.
¿Y con qué acompañamos ese vino y esas papas? Pues Anaga es mar y tierra, con un desnivel de casi mil metros en una estrecha franja de terreno, por lo que tenemos varias posibilidades. No podemos dejar de probar el pulpo, guisado, a la manera en que tradicionalmente se suele cocinar en las islas. Del mar también se debe comer jurel (también llamado chicharro), sama, mero, atún, cherne… o la popular vieja, poco conocida en otros puntos de España, pero quizás el más característico de las Islas.
De tierra, la cabra es la reina, su leche da los principales quesos locales, y su carne, con papas por supuesto o con el no menos habitual plato de garbanzos servido en casi todos los restaurantes, que son muchos. Un almuerzo puede ser la manera ideal de coronar una jornada de caminata por los senderos de Anaga, de surfeo en las olas de sus playas o simplemente tras un día en coche disfrutando de los contrastes del paisaje.
Se puede recorrer Anaga en busca de sus productos o se puede acudir a sus mercadillos, que suelen organizarse periódicamente, casi siempre en San Andrés, donde se exponen tradiciones y cultura de la zona, además de los alimentos ya nombrados.
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