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Acaba la conquista, empieza una nueva era 2

La sociedad guanche tuvo diferentes maneras de adaptarse al nuevo orden impuesto, que no estuvo exento de violencia. Los ocupantes les obligaban a cambiar su vida radicalmente. Juan Carlos Marrero expone, en su investigación “Estructura y dinamismo en las relaciones sociales guanches tras la conquista de Tenerife”, algunos de los modos en que los guanches de Anaga se ‘reconvirtieron’.

Gran parte de los grupos privilegiados durante los menceyatos, fundamentalmente de los bandos de paces aunque también de los de guerra, siguieron siéndolo tras la conquista, incorporándose al reconocimiento social de los conquistadores.

Más allá de las élites, muchos guanches se fueron a las nuevas ciudades que surgían, entre ellos hubo casos de éxito, como Gaspar Fernández -en La Laguna- o Pedro de Anaga -en Garachico-, ambos anaguenses. Los dos se hicieron ricos con distintos negocios. El primero, también llamado Gaspar Guanche, parece que fue protegido del Adelantado.

También hubo muchos guanches que, participando en el nuevo orden, se aislaron en lugares remotos. E incluso en este grupo existen casos en los que se hicieron un nombre, como la familia Ybaute, de San Andrés, que acaparó variados negocios y están muy presentes en la vida de La Laguna, pese a no residir en ella. Es probable que su devenir se viera beneficiado por haber tenido contactos con los europeos desde antes de la conquista. 

Pero la gran mayoría de los guanches quedó marginada. Muchos eran libres, pero con pocos recursos, siguieron siendo pastores, pero a jornal. Otros fueron esclavos, sobre todo si venían de los bandos de guerra. Su liberación era convertirse en trabajadores asalariados. Cuando la conseguían se sospechaba de ellos, por si se unían a los “alzados”, un grupo que siempre mostró rebeldía y no tener intención de asimilar el nuevo orden. Los alzados llegaron a ser un problema para las autoridades, pues robaban para mantenerse y se temía que influyeran en el resto de la población. 

Todos vieron cambiar la isla poco a poco. Su religión, lengua y costumbres, con el paso de los siglos, se fueron perdiendo. La naturaleza que vieron sus ancestros cambió, no solo llegaron otras personas de otros lugares, sino nuevos animales y plantas que se harían predominantes. A corto plazo, en Anaga, fue Taganana uno de los lugares donde antes llegaron colonos. El valle era fértil, con agua, y habitado desde antiguo. Allí se construyó un pueblo, que vivió del producto rey en los primeros años tras la conquista: la caña de azúcar, hoy testimonial, pero que generó una gran industria entonces. También llegaría la vid, la papa, la batata, los frutales… una serie de especies que cambiaron completamente el paisaje y la dieta de los habitantes de Tenerife.

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