Se llama cepa al tronco y se llama vid a la planta entera, entonces, una viña o viñedo es una plantación de vides. Una viña vieja (o una cepa vieja) es aquella en la que la planta de vid tiene más de treinta años. Son plantas que tienen el tronco (la cepa) más grueso y que, ya maduras, reducen su producción, dando menos racimos y uvas más pequeñas.
Las viñas viejas están muy cotizadas, su valor ha aumentado en los últimos años en el mundo vinícola y es que es un lujo y un valor añadido que tienen los vinos que nacen de estas cepas añejas.
Que un vino proceda de unas viñas viejas tiene un valor añadido. Es por eso por lo que, cada vez más, se observa en el etiquetado de las botellas las palabras de “cepas viejas” como sinónimo de calidad y distinción.
La llegada de la viña a Canarias se remonta a la venida de los primeros colonos europeos que, en el siglo XV, desembarcaron junto con cepas de vid que plantaron en las Islas. En Tenerife, la vid llega en 1497, pues los escritos de la época atribuyen al portugués Fernando de Castro, el cultivo de la primera planta.
La primera época dorada del vino canario fue en el siglo XVI. Los vinos dulces de Malvasía, conocidos como vinos de Canarias, se convierten referencia (personajes de fama mundial de la talla de George Washington, Robert Morris, Benjamin Franklin, el rey Carlos III, Horacio Nelson, entre otros, manifestaban su interés en los malvasías canarios) pasando a ser una importante fuente de ingresos fundamental.
Hoy Tenerife cuenta con once denominaciones de origen de sus vinos, después de que en los años 80 del siglo XX se crearan las primeras. Y es que debido a su orografía única y a su aislamiento territorial, se ha preservado una identidad singular en sus vinos. No en vano, Canarias nunca padeció la gran plaga mundial de filoxera, que arrasó los viñedos europeos tras la introducción de cepas provenientes de Estados Unidos en el siglo XIX. Esta plaga provocó que se redujeran o desaparecieran muchas variedades de uva, que sobrevivieron únicamente en el Archipiélago. Algunas de las variedades son: listán blanco y listán negro, que son las variedades, blanca y negra más cultivadas en las Islas, gual, (que llegó desde Madeira), malvasía aromática, que en las uvas de vendimia tardía produce el vino dulce. Existe en Anaga, malvasía rosada (característica de la zona de Anaga), también se encuentran, entre otras variedades, la negramoll. albillo criollo, vijariego, verdelló, castellana negra, baboso negro… Por esta razón, se habla de vinos únicos en las Islas Canarias: las uvas proceden de viñedos extinguidos en el resto de Europa que sobrevivieron en el archipiélago y que, además, evolucionaron con cruces entre ellas dando lugar a variedades exclusivas de las Islas, conservándose en Canarias un patrimonio varietal sin igual.
La orografía de Tenerife hace que en pocos kilómetros de distancia se pase de cultivos de costa a los de altura. El clima en las diferentes vertientes de la Isla produce zonas más secas y soleadas del sur y otras más húmedas en el norte. En Anaga aún podemos ver cómo las antiguas terrazas de construcciones vitivinícolas se nos presentan en varias zonas, bancales trabajados por el hombre generación tras generación y que además del problema que se plantea por el cambio climático, es otro de los temas que acucia a la producción. No hay relevo generacional que pueda hacer perdurar este saber y este conocimiento de la agricultura.
Es por ello por lo que hoy se hace especialmente importante apostar por el vino de producción local. Hay jóvenes viticultores que luchan con gran ilusión para emprender diferentes proyectos para seguir con este legado de este rico edén, tanto en variedades, en endemismos como en exclusividad. Una generación nueva, cuidando las cepas viejas.
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