Comenzaremos a caminar el PR-TF-3 en la última parada de la línea 916 (https://www.titsa.com/index.php/tus-guaguas/lineas-y-horarios/linea-916). Eso si nos queremos ahorrar caminar desde el nivel del mar hasta ese punto, porque subir paralelo a los barrancos, del Bufadero primero y de Valle Brosque después, tiene su encanto, en forma de paisajes agrestes y profundos cañones, y también de atractivos olores y sabores, pues durante todo el trayecto abundan las casas de comida que dan de almorzar durante todo el día a locales y visitantes, con productos de mar y de tierra, porque, aunque estemos cerca de la costa, ya estamos a cierta altura, milagros de la agreste geografía isleña.
Pero se entiende que queramos ahorrar algunas horas de caminata, pues la que tenemos por delante hasta Taganana -si bien no tiene dificultad técnica ninguna- serán en torno a 4 horas y tanto esfuerzo y también tanto tiempo no están al alcance de cualquiera.
Entre naranjeros comenzaremos a caminar hacia la Cruz de Taganana, el punto más alto que alcanzaremos durante la jornada, a unos 800 metros de sobre el nivel del mar. Al esfuerzo de subir por una laderas áridas le llega la recompensa de atravesar un gran tramo de laurisilva, el bosque formado por laureles, líquenes, brezos, tilos o viñátigos, un bosque que hace miles de años era el predominante en el Mediterráneo, y que hoy sobrevive en la Macaronesia y especialmente aquí, en Anaga. Esquivando las ramas del bosque y con una temperatura sensiblemente inferior a la que teníamos cuando nos daba el sol, alcanzamos un cruce, en el que tenemos que cambiar de sendero. El PR-TF-8 hacia Taganana será nuestro camino a partir de este punto. El descenso lo hacemos por el camino de Las Vueltas, hoy frecuentado por senderistas. Antaño, era el camino diario para hombres y mujeres que iban a La Laguna o Santa Cruz a vender sus cultivos.
Taganana es el gran pueblo de Anaga, lleno de puntos de interés, como la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves o la ermita de Santa Catalina, y protagonista de leyendas como la del Roque de las Ánimas o las brujas que danzaban en las cumbres cercanas que hoy dan nombre a ‘El Bailadero’.
Pero Taganana es también un pueblo para disfrutar del buen yantar. Ya sea en los establecimientos en torno a la iglesia del pueblo, a cierta altura sobre el nivel del mar, o en los pegados a sus playas: la del Roque de las Bodegas, Almáciga o Benijo. Taganana tiene un gran encanto, a pocas horas caminando de la cumbre te puedes quitar el sudor con un baño entre olas y arena negra, con una mesa esperándonos con pescado fresco o productos de una de las fértiles huertas cercanas.
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